domingo, 27 de enero de 2008

Comenzando a vivir el "Hoy"


"Un día mientras caminaba a través de la selva un hombre se topó con un feroz tigre, corrió pero pronto llegó al borde de un acantilado, desesperado por salvarse, bajó por una parra y quedo colgado sobre el fatal precipicio. Mientras el estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero en el acantilado y empezaron a roer la parra. De pronto, vio un racimo de uvas en la parra, las arrancó y se las llevo a la boca. ¡Estaban increíblemente deliciosas!"

Cuando leí esta historia no pude comprender ciertamente lo que quería decir, paso el tiempo y un par de meses después pude comprender lo que la historia me quería contar

Un día una querida amiga me pregunto por que seguía creyendo el las personas que me habían traicionado o habían hecho daño. Aun no se la respuesta del por que “si” debía seguir confiando en la gente, pero….. ¿Por qué no?

Es raro como cambiamos por las presiones de este mundo, podemos ver que el “mundo” cada vez se vuelve mas frío, mas “inhumano”, la verdad es que el mundo es igual a lo que siempre fue, una creación de un Ser Divino que nos regalo (entre muchas cosas) un hermoso lugar donde vivir, un lugar maravilloso, una creación perfecta….… Hasta que los hombres lo poblaron con los mas viles sentimientos que nos hacen caminar a un acantilado sin fin.

¿Alguna vez han estado en un bosque lejos de todo y todos?, ¿Alguna vez han escuchado el viento chocar en los árboles? ¿Alguna vez han escuchado las olas romper en las rocas? ¿Alguna vez han escuchado a los pájaros cantar en la mañana?, ¿o los problemas no les dejan oír?

Mis queridos amigos, tienen toda una vida para luchar por sus problemas o para cumplir sus metas, ¿pero has disfrutado este momento? ¿Has parado un momento para contemplar la inmensidad y belleza de este mundo?

Disfruta tu vida ahora, y aprende a vivir feliz con tus bendiciones y las pruebas que son puestas en tu camino.


El Samurái y el Pescador

Durante la ocupación Satsuma de Okinawa, un samurái japonés que le había prestado dinero a un pescador, hizo un viaje para recolectarlo a la provincia Itoman, donde vivía el pescador. No siéndole posible pagar, el pobre pescador huyo y trató de esconderse del samurái, que era famoso por ser corto de genio. El samurái fue a su hogar y al no encontrarlo ahí, lo buscó por todo el pueblo. A medida que se daba cuenta que no lo encontraba se volvió furioso. Finalmente, al atardecer, lo encontró bajo un barranco que lo protegía de la vista. En su enojo, desenvainó su espada y dijo: "Qué tienes para decirme", le grito.

El pescador replicó, "Antes de que me mate, me gustaría decir algo. Humildemente le pido esa posibilidad." El Samurai dijo, "¡Ingrato! Te presto dinero cuando lo necesitas y te doy un año para pagarme y me retribuyes de esta manera. Habla antes de que cambie de parecer."


"Lo siento",
dijo el pescador. "Lo que quería decir era esto. Acabo de comenzar el aprendizaje del arte de la mano vacía y la primera cosa que he aprendido es el precepto: “Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano."


El samurái quedó anonadado al escuchar esto de los labios de un simple pescador. Envainó su espada y dijo: "Bueno, tienes razón. Pero acuérdate de esto, volveré en un año a partir de hoy, y será mejor que tengas el dinero." Y se fue.


Había anochecido cuando el samurái llegó a su casa y, como era costumbre, estaba a punto de anunciar su regreso, se vio sorprendido por un haz de luz que provenía de su pieza, a través de la puerta entreabierta. finó su ojo y pudo ver a su esposa tendida durmiendo y el contorno impreciso de alguien que dormía a su lado. Muy sorprendido y explotando de ira se dio cuenta de que era un samurái.


Sacó su espada y sigilosamente se acercó a la puerta de su pieza. Levantó su espada preparándose para atacar a través de la puerta, cuando se acordó de las palabras del pescador: "Si tu mano se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza restringe tu mano."


Volvió a la entrada y dijo en voz alta. "He vuelto". Su esposa se levantó, abriendo la puerta salió junto con la madre del samurái para saludarlo. La madre vestida con ropas de él. Se había puesto ropas de samurái para ahuyentar intrusos durante su ausencia.


El año pasó rápidamente y el día del cobro llegó. El samurái hizo nuevamente el largo viaje. El pescador lo estaba esperando. Apenas vio al samurái, este salió corriendo y le dijo: "He tenido un buen año. Aquí está lo que le debo y además los intereses. No sé cómo darle las gracias"


El Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo: "Quédate con tu dinero. No me debes nada. Soy yo el endeudado."